jueves, 23 de junio de 2011

COMO EL LOTO



Sepan que el Reino de Dios está


en medio de ustedes (Lucas, 17, 21)




No se cuentan las mentes lúcidas y proféticas que sueñan con una tierra de justicia, de bondad y de belleza y que se empecinan en verla, no como una utopía, sino como una realidad ya en marcha.



Como ven saliendo del barro la flor de loto deslumbrante de pureza así vislumbran entre lágrimas y sangre, y más allá de todos los desengaños, un mundo en el cual nunca más se oirá decir que exista algún humano que no se sienta en casa en su propia tierra.



Ese mundo existe ya con toda seguridad, como la primavera que se despereza sin ruido bajo una tierra que aún tiembla de frío. O como el niñito que patalea (acaso de alegría) mientras se va aproximando la hora de salir del vientre de la madre1.



La humanidad está preñada de ese mundo que está por venir.



Va a nacer tan seguramente como nacen las flores de loto en el barro, como nacen los niños entre gritos de dolor, o como nace la primavera cuando sopla la briza tibia del invierno moribundo.



De esa certeza arranca la esperanza y las ganas de contribuir a brazos partidos a ese grandioso parto.



Un loto crece raramente solo. ¡Somos muchos!



1Juan 16, 20-21; Romanos 20, 23